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  >  Experiencias vacacionales   >  Tallin: una ciudad encantadora y medieval con postres deliciosos

¡Guau, Tallin nos sorprendió desde el principio! El aeropuerto no dio una impresión deslumbrante, pero ¡como íbamos a saber que la verdadera magia nos esperaba a la vuelta de la esquina! Mientras nos dirigíamos desde el aeropuerto al centro de la ciudad en un autobús con un billete de código QR (¡Estonia, pionera digital!), nos sumergimos en la atmosfera encantadora del Casco Antiguo de Tallin. Imagínate esto: calles empedradas, arquitectura medieval y un sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO, ¡era como retroceder en el tiempo! 

Tallin

 

Con unas buenas 60 horas por delante, decidimos explorar Tallin de arriba a abajo. Comenzando en Vabaduse väljak, subimos las escaleras al Museo Kiek in de Kök y los Túneles de Bastión. Este museo fortaleza con sus cuatro torres de armas: Kiek in de Kök, Neitsitorn, Tallitorn ja Lühikese jala väravatorn) conectadas por pasajes, hizo que la historia cobrara vida. Dejando a un lado la claustrofobia, los túneles ocultos del bastión y el Museo de Piedra Tallada fue un viaje a través del tiempo, revelando la historia de guerra de esta impresionante ciudad que alguna vez fue parte de la Unión Soviética. 

 

Saliendo de los túneles, nos dirigimos a Neitsitorn (la Torre de la Doncella) para tener una vista impresionante de la catedral de San Olaf. Para las fotos definitivas, sube esas escaleras al tercer piso de la Torre de la Doncella y empápate de todo. Luego, nos dirigimos a Toompea, un castillo completamente restaurado y hogar del Parlamento Estonio que ofrece una vista panorámica difícil de superar. Entre Toompea y la Torre de la Doncella se encuentra Alexander Nevsky, una iglesia ortodoxa rusa de estilo renacentista ruso, una obra maestra con una campana que pesa unas impresionantes 15 toneladas. 


Paseando por la calle Pikk, una calle bastante animada con casas de colores pastel, llegamos a la Plaza del Ayuntamiento (Raekoja Plats), rodeada de edificios coloridos y cafés al aire libre. La Antigua Farmacia de 600 años de antigüedad y el Ayuntamiento Gótico eran lugares de visita obligada, y la plaza en sí era un festín para el objetivo de la cámara. 

Sobreviviendo con innumerables escalones, café y deliciosos bocadillos, emprendimos el segundo día con una visita al Museo del Puerto de Hidroaviones. Exhibiciones interactivas, un viaje en el Submarino Amarillo y barcos históricos lo convirtieron en un éxito, especialmente para los niños. 

Desde ahí, llegamos a la torre de Margarita la Gorda, que no es una persona, sino una torre que protege la entrada al puerto. La torre, que tiene 25 metros de diámetro y las paredes de 20 metros de altura y 5 metros de grosor, tiene una historia bastante interesante. La leyenda cuenta que Margarita, la hija de un pescador, estaba enamorada de Herman, el hijo de un campesino. Paseaban por la ciudad de la mano, pero una maldición los obligó a separarse por la noche. Actualmente, Margarita la Gorda es el hogar del Museo Marítimo Estonio 

 Comenzando desde Margarita la Gorda, un paseo rápido de 20 minutos te lleva a dos miradores imprescindibles: Patkuli y Kuhtuotsa. Créeme que valen la pena. 

 

Otra entrada al Casco Antiguo es la Puerta Viru, ¡un lugar que probablemente sea el más famoso de la ciudad! Cerca de la Puerta Viru está el Pasaje de Santa Catalina. Este camino adoquinado alberga talleres artesanales y muestra una hermosa arquitectura medieval y gótica, parece ser un lugar detenido al tiempo. Esta calle estrecha está llena de lápidas antiguas unidas a algunas partes de las paredes. 

 

Si el tiempo lo permite, visita el parque Kadriorg y su palacio y jardines. Aunque visitamos Tallin a finales de noviembre y el parque tenía una leve capa de nieve, fue impresionante. Solo puedo imaginar la explosión de flores en verano, ¡debe de ser increíble! 

 

Esa misma tarde se preveía nevada, así que optamos por patinaje sobre hielo. La pista de patinaje estaba junto a la catedral de San Nicolás, algo que le dio un toque especial. 

 

Ahora hablamos de lo que de verdad nos sorprendió en Estonia: los postres.! Con temperaturas llegando a -3°C en noviembre, una taza caliente de café junto con un postre de chocolate era un deleite constante. Debo mencionar especialmente la chocolatería ‘Pierre’, una cafetería vintage escondida en un jardín empedrado. No olvides pedir su pastel más vendido, créeme, me lo agradecerás después. 

 

Para probar platos medievales y la tradicional cocina estonia, no os podéis perder una visita al restaurante medieval Old Hansa. 

 

Y para nuestra sorpresa nos topamos con otra delicia: almendras con sabor a naranja y a canela-cereza. Las compramos por primera vez cerca del Old Hansa, pero se pueden encontrar también en los miradores. Combinadas con vino caliente, creaban una combinación única y completamente divina. 

 

Prometimos volver, ya que hay una multitud de lugares que quedaron sin explorar, pero, lamentablemente, disponíamos de poco más de 2 días. 

 

Con esta promesa, nos dirigimos a nuestro próximo puerto de escala: Helsinki.